Cómo moverse a la velocidad de la cultura: el auge de la cadena de suministro digital
- Publicado el 03 de Octubre de 2023
- Chris Govier
Si usted está al corriente de lo que ocurre en el ámbito de la fabricación y la producción como lo estamos nosotros en Kornit Digital, sabrá que un elemento común que se repite con frecuencia es el nivel de complejidad y lentitud que caracteriza a la industria tradicional del textil y la ropa. La deslocalización, el despilfarro de recursos y la ineficacia son la norma, no la excepción. Además, los avances hacia un modelo más eficaz y sostenible siguen siendo tremendamente lentos, a lo que hay que añadir que esta industria sigue figurando entre las más contaminantes del mundo.
Es un secreto a voces: el Foro Económico Mundial calcula que el sector de la moda y los textiles genera el 10% de las emisiones de carbono en todo el mundo. Por si eso fuera poco, más del 85% de toda la producción textil acaba todos los años en vertederos. Y aunque esto no es ninguna novedad para quienes están familiarizados con el sector, lo que puede sorprender es lo poco que se hace por revertir esta dinámica, a pesar de la exigencia de cambios.
Todo lo contrario: la revista Harvard Business Review recuerda que, de hecho, esta industria está RETROCEDIENDO: hay una serie de informes que indican que la exigencia de apostar por una moda sostenible no se ha visto reflejada en las últimas dos décadas. La producción de pantalones cortos y calzado está generando más residuos que nunca. El 75% de los artículos fabricados acaban quemados o enterrados en vertederos.
En todo caso, la pregunta está ahí: ¿por qué no se están produciendo cambios sustanciales? Parece claro que una de las principales razones es la falta de una legislación amplia capaz de incentivar o de forzar la aplicación de cambios. En este sentido, la reciente proposición de ley New York Fabric Act representa un halo de esperanza, ya que obliga a la industria a ponerse las pilas para no sufrir las consecuencias. En caso de ser aprobada, esta ley exigirá a los vendedores y fabricantes minoristas de ropa que expliquen con total transparencia todas sus políticas en materia de responsabilidad medioambiental y social.
En Francia se aplicará pronto un sistema de identificación digital. Se trata de un código único que existirá tanto en la prenda como en la nube, que permitirá la trazabilidad universal de los productos y que ralentizará, por tanto, el despilfarro en la industria de la moda. Pero como se suele decir, los hechos valen más que las palabras. En los tiempos que corren, con un gran número de creadores que han decidido tomar las riendas del sector, Kornit cree que ha llegado el momento de un cambio que debe ser concreto, tangible y, al mismo tiempo, lo suficientemente amplio como para reflejar la cadena de suministro verdaderamente global de la que depende la industria de la moda.
Hay una buena noticia: es probable que la demanda del mercado se convierta en una fuerza transformadora importante, simplemente porque la personalización masiva, la velocidad de los cambios en las preferencias de los consumidores y la necesidad de responder de inmediato obligarán a relocalizar la producción y situarla cerca de las fronteras. Es la única manera de que tanto marcas como creadores puedan competir y ganar en este nuevo modelo de demanda.
El mundo está experimentando una transformación digital nunca vista antes. Por eso, en Kornit Digital pensamos que la cultura está liderando la senda del cambio en todos los sectores. El mundo post-COVID ha provocado una aceleración que parecía inimaginable en la economía de los creadores. La generación nativa digital ha cumplido la mayoría de edad, y su mentalidad revolucionaria se está dejando notar. Según el portal Statista, TikTok dobló su crecimiento entre los jóvenes de 15 a 25 años tras la pandemia de COVID. Así, las marcas se enfrentan al reto de captar eficazmente a estos nuevos creadores (y consumidores). Uno de los clientes más exitosos de Kornit, un fabricante de tejidos personalizados llamado Spoonflower (ahora empresa filial de Shutterfly), habló hace tiempo del “ejército de Etsy” que había poblado su colección de diseños con 1,8 millones de creaciones digitales, cada una de ellas lista para imprimir bajo demanda, para dar forma a todo tipo de prendas DIY, accesorios, artículos para el hogar y otros productos textiles.
Los clientes exigen inmediatez. Lo que quieren es capturar el momento justo cuando lo están experimentando. No quieren esperar semanas ni por supuesto meses para compartir sus sensaciones. Solo hay que echar un vistazo al mundo de la música. Suena una canción, que despierta emociones y épocas muy concretas que hacen que la gente se sienta feliz o triste. Quieren dar continuidad a esa sensación, abrazarla completamente. Los oyentes pueden hacerlo realidad descargando canciones y vídeos de forma rápida y sencilla. Por fin, la inmediatez de la cultura coincide plenamente con la tecnología y los procesos que la hacen posible. La industria es capaz de moverse a la velocidad de la cultura.
Este cambio cultural se está produciendo en prácticamente todas las industrias creativas, desde la música hasta el arte. Los consumidores tienen lo que desean, en el momento en que lo desean. Lamentablemente, la única industria que todavía no se ha puesto las pilas es la de la moda y la confección. La razón hay que buscarla en una cadena de suministro analógica que fue diseñada para los antiguos métodos de producción. Hace poco, Kornit Digital asistió a un conocido evento sobre aprovisionamiento textil y de moda en Nueva York. William Brenninkmeyer, director de aprovisionamiento global y responsable de innovación de C&A, afirmó en un interesantísimo panel de debate: “Ir en busca de las tendencias es imposible con una cadena de suministro analógica, en la que el tiempo de ejecución está entre 6 y 8 meses. Sin embargo, ahora las tecnologías de producción digital permiten procesar los pedidos bajo demanda, de modo que en dos días se puede pasar del concepto a la producción y al consumidor. Es increíble”.
La producción digital es la que está impulsando el nuevo modelo que está tomando forma. La producción digital bajo demanda que están implementando empresas como Kornit Digital permite a los fabricantes canalizar los datos de los creadores digitales y de los consumidores (incluidos los comportamientos de compra, la atención a las redes sociales, etc.) en una estrategia de suministro, y satisfacer la demanda de una cadena de suministro digital con mayor agilidad y eficacia que el ciclo de previsión tradicional de 18 meses. Además, responde a la exigencia de sostenibilidad alineando la oferta con la demanda, lo que minimiza el despilfarro que inevitablemente conlleva la producción basada en previsiones. Este enfoque permite potenciar todas las posibilidades de la personalización y la adaptación para microcomunidades e incluso a nivel individual, capitalizando el espíritu cultural de la época y creando importantes beneficios para minoristas como C&A.
En esta misma sesión, Aaron Day, CEO de Amaze Software, se hizo eco de estas reflexiones: “La cadena de suministro analógica se creó para satisfacer una determinada necesidad en un momento determinado, pero ese mundo ha vivido un proceso disruptivo provocado por un cambio cultural. Si se tienen en cuenta todos los costes asociados, creo que nos estamos acercando a un punto de inflexión en el que una camiseta fabricada bajo demanda puede ser más barata que una fabricada con una prensa tradicional”.
Es posible que la adopción de procesos digitales no plantee tantas dificultades para las empresas que empiezan a trabajar en este mercado. Las empresas líderes en producción digital ya pueden sacar el máximo partido a la tecnología “phygital”, un proceso que integra las imágenes creadas digitalmente y la experiencia física del cliente. Este modelo de producción permite autenticar e incorporar, con una gran eficacia, tendencias emergentes como la IA y los NFT. Pero, ¿qué pasa si uno es un fabricante a la antigua usanza que ha nacido y se ha criado con cadenas de suministro físicas?
Aunque estas apasionantes tecnologías son un aliado natural para las marcas que ya tienen una presencia destacada en el comercio electrónico, el reto es mucho mayor para los minoristas cuyo modelo de ventas sigue atado a la suerte de la tienda física. Analicemos el caso de un minorista europeo tan importante como C&A. C&A, una empresa fundada más de 180 años que cuenta con más de 1200 tiendas físicas en todo el mundo, encarna todos y cada uno de los atributos de una producción minorista consolidada y, aun así, muestra todas las vulnerabilidades de la era del “apocalipsis minorista” impulsado por internet. Aunque pueda parecer ilógico, las tecnologías Web3 que se apoyan en la transformación digital ofrecen muchas ventajas para una empresa de este tipo, ya que estas tecnologías aprovechan tanto las nuevas tendencias de consumo como la creación de contenidos individualizados.
Según Brenninkmeyer, C&A está realizando una inversión muy potente en digitalización para impulsar el “rightshoring” (la ubicación de los componentes y procesos de una empresa en los diferentes países o lugares que le proporcionan la mejor combinación de costes y eficiencia), con el fin de adaptar las estrategias de cumplimiento normativo en función de los medios más eficaces para servir a diferentes clientes y marcas. Al abordar directamente las necesidades de una economía de creación (y luchar contra las dificultades heredadas de la sobreproducción, la sostenibilidad y las cadenas de suministro ineficientes), la producción digital bajo demanda permite digitalizar piezas clave de sus cadenas de suministro y, por tanto, adoptar el modelo nearshore con mayor rapidez. Esta estrategia no solo ayuda a eliminar las interrupciones de la cadena de suministro, sino que, en último término, capitaliza la demanda de una industria más sostenible y eficiente; además, elude las preocupaciones del llamado “greenwashing” al hacer que la alternativa más sostenible garantice márgenes de beneficio más sólidos.
Este mismo cambio se está produciendo en el sector en su conjunto. No hay más que ver cómo marcas tradicionales como Nike y Gucci están apostando muy fuerte por los NFT y la inteligencia artificial. Estas marcas se han dado cuenta de que este cambio cultural exige transformar la manera de interactuar y de producir de los creadores. Para estas empresas, es posible que no se trate de adoptar todos los procesos relacionados con las cadenas de suministro digital, sino de adoptar únicamente aquellas partes que se adapten mejor a sus características. Las empresas analizan las nuevas opciones que tienen a su disposición porque no quieren perder el tiempo con cosas que no van a funcionar; por eso se centran en la tecnología más capacitada para avanzar hacia el objetivo.
El creciente ecosistema de tecnologías digitales disponibles proporciona a las marcas (desde la diseñadora que ha alcanzado la mayoría de edad en un mundo digital y sueña con establecer su propia marca de moda, hasta la tienda tradicional fundada antes de la llegada de la electricidad) la capacidad de unirse a la economía de los creadores y beneficiarse de ella. También permite ofrecer productos físicos brillantes, sin concesiones y de alta calidad y, en último término, alinear mejor la demanda con la oferta, eliminando el despilfarro que supone la sobreproducción. Así, estos creadores fabrican los productos que la gente quiere, poniéndolos a su disposición más rápidamente y minimizando los riesgos asociados al mercado globalizado actual. Y todo esto está sucediendo ahora. Moviéndose a la velocidad de la cultura digital.